10 ene 2009

Sentencia

Su sentencia fue “Quizá ya dijiste todo lo que tenías que decir” y desde entonces mis manos enmudecieron. Y es que las palabras que salen de su boca siempre se convierten en autos sin derecho a recurso y si lo pienso es lógico teniendo en cuenta que mi vida se la debo a ella. Pero siempre es terrible, temible oír con que frase cerrará la puerta porque nunca sé si acierta o es que sus palabras precipitan los acontecimientos.
El caso que es desde entonces mi cerebro se secó y se convirtió en una dulce nuez que no sirve mas que para comerla cuando ya no tienes filete en la mesa.
Desde entonces doy vueltas, abro y cierro la ventana, pero nada, no pasa nada por mi cabeza, nada que contar, nada que imaginar…. nada mas que decir.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Creamos en función del grado de distorsión que nos permite nuestra imaginación, ya sea con la palabra, la imagen, la forma, el sonido, el color... provocar la sensación es el fin y el sentido..

Auxi Glez dijo...

Justo lo que necesitaba. Se me habían hecho un nudo las neuronas y no encontraba el por qué.
Eres un artista de la verdad comprimida.
Besos, besos y mas besos

Anónimo dijo...

Eso es lo más normal del mundo: le pasa a los escritores.

Así que lo siento, estás condenada a que te vuelva la inspiración y a seguir deleitándonos con tus entradas (y salidas).

A mi madre, por ejemplo, ya no le hace tilín el rollo de Cuervolandia. Estas personas son tan necesarias como la antimateria en el universo. El riesgo de que el plato no guste nos provoca un mayor placer tras cocinarlo y comerlo.

Y esta foto nueva también está muy bien. Así que un beso y, como dicen en las pelis de Tarzán, ankawa y que no te dé yuyu.

Besos

Gabriel dijo...

Yo ya tengo el huequito del corazón lleno y diáfano, ese que se quedó oscuro de puro vacío. Las palabras, porque tú las llamas, vendrán. Saben que vienen a jugar. Espéralas con un boli. Y un papel.
Besos.