Para qué buscar la lluvia con la mano extendida si en breve las nubes del techo nos peinarán la piel. Explicas que pasa en tu ceja cuando pregunto a la ventana cuanto queda para otra porción de vida, pero entre estertores de sustancias milagrosas que saben a naranja quemada, en tu carne se posa la duda que llevabas guardada en la chaqueta. Cantas mariposas, lloras insectos, nadas en el vacío y quizá nunca naciste aunque gritarías si te lo dijeran.
Callo y mi boca inventa gestos que rasgan la soledad. Con la lengua dibujo símbolos en el viento que atan mi pelo a una estrella rota.
Podemos cubrirnos el cuerpo de un manto de luz amarilla pero seguirá escociendo y de la herida nacerá el frío de la razón que plegará nuestras piernas contra el pecho, que late y no late, que respira y no respira, que siente y miente, y muere y no muere.
En una fuente seca riego mi garganta y mientras la noche cae, yo caigo en mi propio olvido.
Callo y mi boca inventa gestos que rasgan la soledad. Con la lengua dibujo símbolos en el viento que atan mi pelo a una estrella rota.
Podemos cubrirnos el cuerpo de un manto de luz amarilla pero seguirá escociendo y de la herida nacerá el frío de la razón que plegará nuestras piernas contra el pecho, que late y no late, que respira y no respira, que siente y miente, y muere y no muere.
En una fuente seca riego mi garganta y mientras la noche cae, yo caigo en mi propio olvido.
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