1 ago 2007

Disfrutando del camino

Como dice Bucay (o algo parecido), nos empeñamos en buscar el camino hacia la felicidad cuando en realidad la felicidad es el camino en si. La clave es disfrutar su recorrido.

Yo tengo días buenos, días sosos, días malos y días aterradores.

Ayer tuve uno de los malos y por eso escribí ese poema o como quiera que se le pueda llamar. Y en esos días dudas de todo, te encoges y no quieres saber nada de nadie, ni siquiera de ti misma, pero al final, se acaba y llega un nuevo día y todo parece de otro color. No es que lo parezca, es que es de otro color. Lo importante es aprender a hacer balance y querer ver el vaso medio lleno.

Por otro lado creo que magnificamos el dolor, nos gusta revolcarnos en él como cerditos en la porquera. Digo yo que será algo que aprendimos de pequeños a base de hostias y de chantajes emocionales. Parece que sin dolor, que sin sufrimiento no hay emoción, no hay pasión, no hay creación.

Mi vida sigue siendo una montaña rusa, pero ya no es de las gigantes, de esas que acojonan solo con mirarlas de lejos. No, ahora es mas moderada, y a lo que aspiro es a transformarla en una montaña rusa infantil, con pequeñas subiditas y pequeñas bajadas.

Es que ya me canse de dar vueltas y de tanto mareo y aún así todavía hay días como los de ayer en los que me dejo recrear en mi pena, con buenas razones o sin ellas, eso es lo de menos. Es fácil encontrar razones para caer, esa lección la aprendimos bien.

Por eso, porque estoy harta y porque me gusta compartir me encanta hablar de lo que he aprendido, de los trucos que me encuentro por el camino, de los pasitos que voy dando hacia la madurez y hacia el equilibrio.

Y aunque ya se que nadie escarmienta en cabeza ajena, quién sabe, puede que a alguien que lea se le encienda una luz como me pasó a mi.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando nos convertimos en atentos viajeros de la montaña rusa, asumimos que va a haber bajadas y subidas inesperadas... Teniendo eso en mente, tal vez nos las arreglemos para asumirlo y empezar a disfrutar de un modo u otro. Sin sobresaltos, nadie pagaría para montarse en ella, ¿verdad?

Yo me agarro a la barra muy fuerte y miro las caras de los demás, confiando en que todo está bien organizado para que no pase nada malo del todo... Aunque uno nunca puede jurarlo. La alternativa es no subir, pero es que a todos nosotros nos han pagado el billete y subido a ella sin preguntar :S

Diáfana dijo...

Tu debes saber mucho de montañas rusas. Estoy segura de que es una buena fuente de ingresos en Cuervolandia.
¡¡¡Que listo eres!!!
¡¡¡Yo quiero ser como tu !!!