18 ago 2007

Adivina de que hablo

El cerebro parece que se ha expandido y que no cabe dentro del cráneo porque no para de empujar para afuera. ¿Encontrará salida por las orejas? ¿Será el cráneo el que se ha encogido?
Los ojos como dos pelotas de ping-pong con unos colores extraños y poco favorecedores.
La nariz intuye que algo huele mal pero realmente se quedó sin glándulas olfativas. Una pista de la peste es esa mosca cojonera que no se despega de ti ni a tiros, porque, además, tus brazos no son aspas de molino que pueda espantarla, son más bien dos manoplas viejas que se mueven con bastante poca gracia.
La boca áspera y rasposa como la de un gato harto de lija.
Una sensación en el estómago de que por ahí dentro está todo sucio, y embarrado. Se diría que quisiera salir y darse un fregaito en el lavabo.
La piel tiene un aspecto más de mojama que de alguien saludable.
¿Y la mente? ¡ayyyy, la mente! Esa tiene un nubarrón negro como el cieno que no le permite pensar mas allá de: beber, comer, cagar, beber, comer, cagar…..entre siesta y siesta, claro, e intercalado con imágenes entrecortadas, sin mucho sentido y obsesivamente repetitivas: una medio frase por aquí, un cacho de canción por allá, una boca riéndose de no se sabe quién…


¿Si? ¿Sabes lo qué es?
Si es así… no serás tú el indeseable que no paraba de llenar mi vaso ¿verdad?

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