¿La respuesta?
Esto es un tablero de ajedrez.
Unos avanzan como peones kamikazes y otro retroceden con miedosa prudencia.
Unos dan pasos hacía adelante de forma arrolladora y exagerada sin mucho pensar y otros dan un paso atrás para tener más perspectiva, estudiar la posible estrategia, o esperar que le llegue la “inspiración divina”
Y vamos cambiando de fichas con cada jugador que se nos sienta enfrente. ¿En mi tablero retrocedes mientras en otros avanzas?
¿Qué más da?
________________________________________________________
Yo voy por la vida creyéndome golondrina y no paro de sorprenderme al ver a todos huir corriendo asustados.
Yo sonrío y sonrío pero debe ser que mi sonrisa suena a rugido porque todos sonríen temblando escondidos tras las esquinas.
Quizá la respuesta sea que no soy golondrina ni soy león que más bien soy águila.
____________________________________________________________________Y el caso es que empiezo con orgullo y fuerza, sintiéndome poderosa, voy arrastrando el peso con una sonrisa, utilizando todas las herramientas que he encontrado por el camino y sigo tirando pacientemente convencida de que tengo posibilidades de llegar al destino marcado, que estoy haciendo un bien para ambos.
Tiro y tiro y las fuerzas se van mermando, y miro atrás y no veo bien de lo que estoy tirando, hay como niebla, pero me digo que no debo parar, que yo puedo con este esfuerzo, que mi intuición dice que el contenido del carro de verdad merece la pena.
Y tiro y tiro y empiezo a notar con el sudor resbala por mis ojos y ya no se si es sudor o son lágrimas de desesperación porque no doy con la estación anhelada pero no paro, no me dejo vencer.
Entonces, en algún momento mi dolor de pies, de gemelos, de manos, de hombros, se traduce en una ira contenida llamada orgullo. Un orgullo que me dice que tanto esfuerzo merece como poco un vaso de agua para poder continuar el camino, que quizá el carro no quiera ser tirado, que en verdad lo cogí sin permiso porque no puede ser que nunca vea la estación de destino, no puede ser que algo que prometía ser divertido se convierta en algo tan agotador y cruel.
Es el momento en que paro, casi sin aliento, tiro la cuerda al suelo, pongo las manos sobre mis rodillas e intento coger aire para recuperar las fuerzas.
Es cuando mi rostro se endurece y parece perder brillo, color y vida.
Es cuando pienso que quizá me equivoque otra vez, otra vez derroché energías inútilmente porque no puede ser que todos los carros del mundo no sepan jugar a dejarse arrastras por el prado azul, no puede ser que todos tiren en dirección contraria.
Me rindo. Me escondo en mi nido, miro hacía abajo y en la soledad de esta cornisa donde vivo intento despojarme de mis pensamiento para encontrar nuevos caminos que explorar.
Sólo pretendía dar un divertido paseo por el prado, jugar un rato a juegos reparadores de heridas, retozar en la hierba, mirarnos a los ojos, reírnos como idiotas y luego, tras un largo beso, despedirnos hasta el próximo domingo de excursión al campo.
________________________________________________________
4 comentarios:
Hola soy Ciro.
por como escribes no eres león
eres belleza pura.
Y si puedes sigue tirando y cuando llegues al prado azul quedate todo el tiempo.
:) Gracias Ciro.
Bienvenid@.
Besos
Hola Diáfana, me he dado una vuelta por tu blog, y he disfrutado mucho lo que leí. Mal dijiste que eras mala (redundancia obliga) con esto de escribir: reconsidera tus pensamientos, porque sos muy buena.
Seguiré pasando por aquí camino al conventillo donde duermen los personajes, que, como sabes, gustan de extasiarse con las letras. Un saludo.
Narrador Errante
Hola Narrador Errante. Me alegra mucho verte por aquí.
Pásate cuando quieras que serás bien recibido y ¡ala, a disfrutar!
Publicar un comentario