24 ago 2008

Rozando el Blanco

Escuchando esta canción recuerdo la arena en mi culo embadurnado mientras me follabas. No te veía bien porque el sol me daba de cara. Eras cualquiera, alguien a contraluz. Te veía a ti, imaginaba a otro.

Mientras gemía con los ojos casi cerrados veía aquella gran tortuga muerta en la orilla y pensaba que su espíritu longevo y errante penetraba en tu polla para sembrar mi copa de ancestral sabiduría.

El agua se acercaba poco a poco a mis pies en vaivén.

Tú no te enterabas de nada. El primitivo deseo siempre cerraba tu mente a cualquier otro estímulo que no fuera tu pene duro y ansioso.

Yo me dejaba volar y esperaba que llegara Dios, ese que cubre mi cuerpo de blanco y que me hace acariciar la no mente cuando llego al orgasmo, el vacío absoluto y que pienso fue el origen de la meditación.

Imagino a dos seres en una cueva, al fresco, mitad hombre mitad animal, follando movidos por el instinto. Los imagino pensado al terminar qué puede ser eso que vieron cuando sus cuerpos temblaban, por qué su vista se cegó pero no como ciega la noche ni como ciega la luz del sol. Les cegó un visión de nada. No encontraron otra explicación posible que una fuerza hermana de la diosa naturaleza, la que les daba cobijo, alimento e hijos, era la única capaz de proporcionar la sensación de que todo desaparecía y que a la vez todo se llenaba.

Llegó mi orgasmo y volví a rozar el blanco por unos instantes.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy muy bonito. Siempre es interesante encontrar señales de sentimientos parecidos a los propios.

Besitos

Anónimo dijo...

que enbidiaca, olles! nosotras queremos uno de hesos

;)

vesis!

Gabriel dijo...

Oyetú, cada vez escribes mejor. Esta autoridad del frenesí, guiado, teledirigido por fuerzas desconocidas, ¿no se va cuando se encuentran los ojos de los amantes? ¿No es un segundo de complicidad, el que brinda la mujer y algunos hombres entienden, lo que rescata al sexo y lo vuelve un juego cómplice? Si se encuentra esa cadencia en el sexo, se descubre, por fin, cómo perderse.

Isa dijo...

Me gusta esa idea individual que nos muestras acerca del sexo, donde estableces clara diferencia entre la naturaleza femenina y masculina. No siempre, amigo Gabriel, existen ojos de amantes que puedan llegar a atraparte, a ganarte. Hay más de un camino para llegar a "Dios".
Diáfana, me encanta esa escena, ese momento en que aparece la tortuga sabia, gigante y muerta.

Anónimo dijo...

Un brindis por muchas playas más como la que tan bien describes

Anónimo dijo...

no se no se, creo que hay un problema en la sincronizacion de orgasmos o algo asi, eso del instinto y la animalidad no destaca muchos sentimientos humanos. jose de badoo