27 mar 2009

Techo

Cuando desperté mis pies estaban en el techo
Mi pelo, mis pechos y mis brazos colgaban.
Del susto pegué un salto y di con la cabeza en la cama.
Reboté y de nuevo estaba posada en el techo.
Aquello no tenía razón de ser Y aquella telaraña no se veía desde el suelo
Me puse a cuatro patas y me imaginé mosca pero entonces mire de nuevo la telaraña y decidí tumbarme contra el techo y me imaginé salamanquesa. Y arrastrándome me puse a explorar.
La lámpara se volvió y me dijo “nunca te acuerdas de limpiarme. Antes gritaba luz, ahora solo suspiro”
Las cajas sobre el armario decían “Cuando nos pusiste aquí prometiste recordar que llevaríamos dentro. Prometiste abrirnos de vez en cuando y darnos uso para que no nos sintiéramos inútiles. Ahora sabemos que desaparecimos de tu memoria”

¿Te extraña lo que te cuento?
Esto es lo que pasa cada vez que cierras la puerta de tu corazón y te largas.

5 comentarios:

Mígue dijo...

Me encanta leerte de nuevo. Gracias por abrir la puerta del tuyo. Beso.

Gabriel dijo...

Ya está dulce de nuevo mi café. Para no sustituirte con nada, tiré el azúcar. Bienvenida a mis ganas de leerte, con este delicioso relato.
Un beso.

Diáfana dijo...

Jo, Gabri, que bonito.
Gracias :D

Diáfana dijo...

A ti que te viadisi que no te haya disio ya, Migue.
Muakis y reketemuakis

Gelbros J3 dijo...

Qué bueno, niña :)